La política en las pequeñas cosas
Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo y también Paraguay.
La política es un hilo que recorre todos los aspectos de nuestra vida.
Desde la calidad del agua que tomamos hasta la falta de medicamentos en los pocos hospitales públicos que tenemos.
Cosas como los recortes de presupuesto, la calidad del aire que respiramos.
La falta de transporte público digno, la escasez de trabajos formales, la inseguridad en las calles y la falta general de oportunidades:
Son el resultado de una decisión política, ya sea por acción u omisión.
La mayoría de las veces, estas decisiones no consideran la necesidad real de la gente, y mucho menos sus opiniones.
Entonces, ¿qué se puede hacer para que nuestra voz se escuche y se reconozca? ¿Cómo conseguimos la ciudad que queremos, el país que soñamos? ¿Hace la diferencia exigir y luchar?
¿Qué herramientas tenemos para influir en las decisiones políticas?
No hace mucho tiempo, hablar de política en Paraguay era jugarse la vida.
Organizarse, exigir, opinar, era prácticamente ilegal.
Este libro1 que tenés entre las manos, muy probablemente hubiera sido prohibido y todos los nombres de quienes escribimos acá, investigados por la policía militar.
Por supuesto, si te encontraban con este libro, también hubieras sido objeto de la maquinaria represiva Estatal.
Todo aquel que no estaba de acuerdo con el Partido Colorado, el brazo político de la dictadura más larga de Latinoamérica, era marginado socialmente, torturado, desaparecido o, en el mejor de los casos, asesinado.
Aún así, la gente resistía y seguía creyendo en un futuro mejor.

Y es que nuestra gente tiene eso, a pesar de lo mal que está la situación, seguimos esperando lo mejor. Pero tener esperanza no significa esperar.
Tener esperanza significa actuar, organizarse, movilizarse, confiando en el trabajo que estamos haciendo.
Es importante recordar nuestro pasado reciente, porque hablar de micropolítica, esas relaciones de poder que se construyen en nuestras organizaciones, comunidades y en el territorio que habitamos, sin contexto histórico, es puro academicismo.
Por años la participación ciudadana fue desalentada, reprimida y perseguida.
Hoy, quizás con menos fuerza, ese miedo se activa en gran parte de la ciudadanía al momento de salir a las calles a protestar o articularse de una manera mas confrontativa.
Un ejemplo de eso fue que durante la pandemia del 2020, muchos líderes y lideresas sociales fueron imputados por manifestarse contra la sobrefacturación de insumos médicos, sin una base judicial sólida.
Convirtiendo a la justicia en un garrote para todo aquel que no se alinee con la posición del gobierno de turno.
¿Cómo podríamos entender la micropolítica, sin tener en cuenta estos hechos?
En Paraguay, la lucha por la democracia nos enseñó y sigue enseñando el valor de la resistencia, de la organización y de la articulación ciudadana para defender nuestros derechos y nuestra dignidad.
Esta lección es válida no solo para la lucha contra las dictaduras y los regímenes autoritarios, sino también para la lucha cotidiana en nuestras comunidades, en nuestros espacios de trabajo.
Porque cada vez que nos organizamos, cada vez que alzamos nuestra voz, cada vez que nos plantamos frente a la injusticia, estamos haciendo política.

La política no solo se hace en el Congreso o en el Palacio de López, también se hace en las plazas, en las escuelas, en los barrios, en las casas. Ahí es donde la gente, a través de pequeñas acciones, cambian al mundo.
Es así cómo la gente salva a la gente.
Así que, cuando escuches la palabra política, no pienses solo en gente de traje y corbata, pensá también en la gente de a pie, en las mujeres que luchan por sus derechos, en los estudiantes que defienden la educación pública, en los campesinos que resisten el avance del agronegocio, en los trabajadores que se organizan por mejores condiciones laborales, en los pueblos indígenas que defienden su territorio, en los jóvenes que luchan por un futuro mejor. Eso también es política. Y cada uno de nosotros tiene el poder de hacerlo.
Juntos y de forma organizada.
Este texto forma parte del libro “Saberes en Acción para la Mediación Cultural Comunitaria”, Paraguay.


